Liber chronicarum
Ficha
Título
Autoría
Fecha de publicación
Extensión
Procedencia
Editor
Sección
Descripción
Registrum huius operis libri cronicarum cu[m] figuris et ymagibus [sic] ab initio mu[n]di.
El Liber Chronicarum, también conocido como las Crónicas de Núremberg, es considerado como una de las grandes obras maestras de la imprenta incunable, tanto por sus ilustraciones como por la compaginación de las mismas con el texto. Se trata de una historia general de la humanidad de gran formato, siendo el incunable que incluye más ilustraciones xilográficas. A su vez, fue publicado en dos versiones, una latina y otra alemana, ambas preparadas de manera simultánea, lo que permitió que se difundiera ampliamente por toda Europa.
Se conservan centenares de ejemplares en todo el mundo, muchos de los cuales presentan marcas de censura.
Existen distintos factores que nos señalan la intencionalidad que tuvieron los agentes de este incunable para dar a luz la mayor crónica del mundo hasta el momento. Su autor, Hartmann Schedel (1440-1514), personaje típicamente humanista por la multiplicidad de sus intereses, fue propietario de la biblioteca privada alemana más importante de su época, con lo cual las fuentes para su redacción estaban garantizadas. Anton Koberger, su impresor, fue el fundador de la imprenta en la ciudad de Núremberg y se convirtió pronto en el impresor más famoso en Alemania. A eso se suma una nueva idea de compaginación de texto e imagen, en un concepto de diseño editorial innovador. Se contó con dos grabadores de gran renombre de la época, Michael Wolgemut y Wilhelm Pleydenwurf, de los cuales Alberto Durero fue discípulo. Se incluyen más de 1.800 grabados xilográficos, muchos de los cuales son reutilizados en distintos episodios, práctica común en los incunables. También hay que apuntar que existen tres letras góticas, la textura, la alemana y la bastarda en función del texto utilizado, dando más riqueza al diseño compositivo. A todo ello se suma la impresión simultánea de la versión latina y alemana para garantizar su difusión.
Por todo ello, estamos delante de una empresa de gran coste y envergadura que no habría sido posible sin unos editores -Sebal Schreyer y Sebastian Kammermeister- emprendedores y lo suficientemente acaudalados para llevarla a cabo.
La crónica se divide en siete edades, desde la creación del mundo hasta el juicio final, incluyendo tanto episodios de la historia sagrada como de la pagana. Al inicio se encuentra el índice alfabético de personajes, hechos históricos y lugares. Al final de la sexta edad, la más extensa y dedicada a los tiempos más recientes, se incluyen folios en blanco para que el lector pueda añadir los acontecimientos contemporáneos. Desfilan por todas sus páginas una variedad inmensa de temas con sus ilustraciones correspondientes: árboles genealógicos que van desde la filiación hebrea de Jesucristo hasta la ascendencia de Alejandro Magno, escenas bíblicas, seres híbridos, monstruos y habitantes de países exóticos, fenómenos naturales, escenas de la muerte, así como 89 panorámicas de ciudades y fortalezas, retratos de personajes históricos y ficticios, como el mago Merlín. Incorpora también dos mapas a doble página al inicio y final de la obra. El primero en los folios iniciales es un mapamundi basado en la concepción ptolemaica y el segundo es un mapa de la Europa Central y Oriental, el primero que aparece en un libro impreso, basado en un dibujo atribuido a Nicolás de Cusa.
Se calcula que se hicieron entre 1400 y 1500 copias en latín y entre 700 y 1000 en alemán. En el ISTC se citan 857 instituciones custodias de ejemplares de la versión latina y 306 de la versión alemana.
Después de estas dos ediciones –latina y alemana– de 1493 a cargo de Koberger, el impresor de Augsburg Johann Schönsperger imprimió tres ediciones más en 1496, 1497 y 1500, dos de ellas en alemán y una en latín.
Presentamos a continuación el recuento de los ejemplares conservados en las Bibliotecas de REBIUN, con un total de 20 ejemplares: la Universidad de Barcelona es la que tiene más, con un total de cinco, seguida de la Universidad de Sevilla con cuatro. Sigue la Universidad de Valencia con tres ejemplares, la Universidad Complutense de Madrid con dos y las universidades de Santiago, Zaragoza, Ramon Llull / Biblioteca de Montserrat, Valladolid, Granada y Salamanca con un ejemplar cada una.
Analizadas las marcas de censura en cada ejemplar de este conjunto de bibliotecas universitarias, vemos que la sección más censurada es el grabado y texto correspondiente a la papisa Juana, en el folio 169 verso. De los veinte ejemplares, ocho –Barcelona (2), Zaragoza (1), Sevilla (2), Valencia (2) y Valladolid (1)– se encuentran censurados con distintos métodos: tachaduras, recortes y cubrimientos con trozos de papel pegados.
Cuenta la leyenda que Juana era una mujer noble, muy inteligente y cultivada, que se disfrazó de hombre bajo el nombre de Ioannes Anglicus y escaló puestos en la jerarquía eclesiástica hasta ser elegida papa. Sin embargo, la verdad se hizo evidente cuando, tras quedarse embarazada, dio a luz en plena calle durante la procesión de la catedral de San Pedro hasta Letrán. Según la fábula, a partir de ese momento se comenzó a realizar, para los nuevos papas, antes de nombrarlos, un examen genital para asegurarse de que fueran hombres a través de una silla perforada. Si la inspección era positiva, se anunciaría «!Habet!». A pesar de que su papado se situó entre los años 855 y 857, Juana no es mencionada en ningún texto hasta el año 1250, cuando su leyenda comienza a propagarse, siendo ampliamente aceptada. No será hasta el siglo XVI cuando se comenzará a cuestionar su existencia puesto que, en esos años, el cargo de papa era ocupado por Benedicto III.
Otra parte que también presenta marcas de censura es el grabado de la danza de la muerte del folio 264 recto. En este caso dos ejemplares de Barcelona, dos de Sevilla y el de Valladolid presenta este folio recortado.
Existe algún otro ejemplar de la Universidad de Barcelona con otras partes mutiladas, cuyo origen no es evidente que sea inquisitorial.
Numerosos ejemplares presentan notas manuscritas inquisitoriales en sus portadas, y, aunque la obra de Hartmann Schedel no esté citada expresamente en el cuerpo de los índices expurgatorios de la Inquisición española, las partes que hemos encontrado censuradas parecen obedecer a las “Reglas, mandatos y advertencias generales” que se hallan al principio de dichos índices.