La violencia y, su expresión más brutal, la guerra, ha sido una de las principales causas de destrucción de libros y bibliotecas a lo largo de la historia. Algunos ejemplares de  nuestras bibliotecas conservan huellas de las luchas que tuvieron lugar en el sitio de Zaragoza, durante la Guerra de Independencia, o en el frente de la Ciudad Universitaria de Madrid, en la Guerra Civil. Más devastadores fueron los incendios que destruyeron edificios y bibliotecas completas, como ocurrió en la Abadía de Montserrat, durante la invasión napoleónica, o en la Universidad de Oviedo, en la Revolución de Asturias. A veces, aunque finalicen los combates, la espiral de violencia continúa, como muestran las numerosas incautaciones de bibliotecas tras la Guerra Civil, algunas depositadas en las universidades. En muchas colecciones también se retiraron libros considerados «peligrosos», censura política de la que quedan testimonios, entre otras, en las bibliotecas de las universidades de Salamanca o Zaragoza.